Son las 20.45 horas de la tarde del último jueves de septiembre y empiezo a escribir las primeras letras de este post que debería haberse publicado ya esta mañana. Esto me cabrea, y mucho. Esta semana me cabrea todo. Me cabreo porque no sé si soy suficientemente productiva, porque no acabo las cosas y las carpetas dan mil vueltas por mi mesa, me cabrea no tener tiempo de contestar a todas las solicitudes que nos entran, me cabrea ser cada vez peor haciendo fotos después de haber hecho un curso intensivo de fotografía (y que conste que el curso estuvo muy bien pero primero hay que desaprender y no tengo paciencia), me cabrea que me digan que soy poco mediática y debo publicar más en las redes, me cabrea que la calle Pizarro esté levantada y tenga que oír el traqueteo de las máquinas todo el día… y aunque todo el mundo se empeñe en colgar días de gloria, vino y rosas en sus perfiles, no siempre es así, y lo sabéis!
Y después de llorar un poco, entro en nuestro terreno y dedico este post a una tendencia que lleva tiempo arrasando y va a más, es el “Street Food”. Se empieza en la calle con los mercados, festivales y ferias de comida callejera y se pasa a las bodas y eventos. La idea es sacar la gastronomía al asfalto y llenarlo de puestos de comida o food trucks (vehículos adaptados). Es una tradición muy arraigada en Reino Unido (a mí me encanta Broadway Market, en Londres pero lo más ahora es el World street Food Festival) pero se ha perfilado un poco y no solo hablamos de puestos de quesos, frutos secos, bebidas o dulces… Ahora la alta gastronomía con recetas sencillas pero buena materia prima también quiere salir a pasear. Ejemplos como “Contra Van food festival” en Valencia o “Street food mad” en Madrid están teniendo mucho éxito y esto no ha hecho más que empezar!
En las bodas lleva tiempo instaurado y ya ofrecemos la posibilidad de buffets y puestos de comida completando el menú pero ahora todos los eventos, aunque sea una inauguración sencilla o un cumpleaños, quieren participar de esta tendencia. Ya no sirve un cóctel convencional, hay que reforzarlo con buffets o puestos de comida, como en un mercado, eso sí aunque parezca muy desenfadado el montaje, la cantidad, la variedad, la decoración, el mobiliario… está pensado al milímetro. Todo esto supone romper con algunos esquemas pre-establecidos y en ello estamos!
Prometo volver más contenta la semana que viene…
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