Una cerveza muy fría, unas aceitunas rellenas de anchoa o sin ellas, una mañana de domingo bajo el sol del Mediterráneo, un vermú, unas papas, unos boquerones en vinagre, el paseo de la Alameda en Valencia, frutos secos… donde haya un buen aperitivo, ¡que se quite lo demás!

Haciéndolo extensivo a las bodas, pienso exactamente lo mismo. El aperitivo es una parte muy importante de la boda: importantísima! Me gusta que estén bien combinados en cuanto a fritos, fríos, calientes, carne, pescado… por eso hay que estar muy atento a la hora de elegirlos y, sobre todo, dejarse asesorar. Me gustan más los aperitivos pequeños, si se pueden comer de un bocado mucho mejor, así no molestan cuando tienes la copa en la mano. Pienso que no hay que abusar de las cucharas, cuencos, probetas… salvo que sea una boda tipo cóctel en cuyo caso la cosa cambia, y merece un post aparte.

El aperitivo es el momento de mezclar cosas tradicionales con más innovadoras, es el momento de lanzarse… Como cuando te vas al extranjero y te pones ese sombrero que nunca te atreviste a estrenar… lo que no te atrevas a poner en el primer y segundo plato, ¡ponlo en el aperitivo!

Me gusta apoyarlo con algún buffet pero tampoco hace falta poner uno en cada esquina… Hay buffet de quesos, ibéricos, cremas frías, oriental, de huevos fritos… Ambientan mucha la boda porque crean zonas con decoraciones súper especiales.

Ahora que me estoy aficionando a los cócteles, me encanta que los camareros te reciban con uno especial, ligero de alcohol -no hace falta llegar doblado a la mesa-, muy fresco, con hielo pilé… Sandía con ginebra y corteza de limón, cava con zumo de naranja y una frambuesa, el típico Bellini, fresa natural con ginebra, vodka con mango…

Ya sabéis que soy una pesada con los tiempos, me gusta que dure como máximo una hora. Con una excepción: que la ceremonia sea muy pronto, y no queráis cenar a las 20.00h como nuestros vecinos europeos.

Soy de las que se pone morada en el aperitivo, de las que llega a la cena y ya se lo ha comido todo, de las que no tiene autocontrol, y sí, mucha falta de paciencia… No es ninguna sorpresa, apuntaba maneras desde pequeña cuando mi padre nos compraba chucherías y me las comía todas enseguida, claro que luego pedía a los demás. Con el dinero también me pasaba lo mismo, pero gracias a Dios en esto sí he cambiado y bastante…

Nota: todas las fotos pertenecen a eventos realizados por Catering Cinco.