Con esto de la crisis nos llaman de bastantes sitios nuevos para celebrar eventos: masías, alquerías, fincas… y es normal, la naranja ya no es lo que era y mantener este tipo de casas es, a veces, un pozo sin fondo. Si bien es cierto que estamos al límite de nuestra capacidad para poder gestionar nuevos espacios, intentamos al menos ir a visitarlos y dar nuestro punto de vista a los propietarios. Y es que no es oro todo lo que reluce y la cosa no es tan fácil como puede parecer. Las masías que solemos ver son muy bonitas y por eso las ofrecen; son  casas de cuento en entornos idílicos. Pero antes de lanzarse a este fregado que es el mundo de las bodas y eventos, hay que valorar un sinfín de cuestiones: la capacidad de parking, número de  baños, iluminación, potencia eléctrica (para hornos potentes), espacio cubierto para cocina, espacio para cóctel, comida o cena…y lo más importante, ¿hay plan B? Aunque vaya a ser el mejor día del año,  puede (seguro que no!) que la cosa se tuerza. El  Plan B en forma de salón interior, carpa o similar debería estar contemplado desde el minuto 0.

Una de las llamadas que recibí hace poco más de un año fue la de los propietarios de La Granja de San Isidro. Recuerdo que tardé en contestar, iba bastante liada y pasaron unos meses desde la primera llamada hasta que fui a visitarla. Yo soy la que paso el primer filtro y si veo que el lugar tiene posibilidades, vuelvo con el resto de la tropa.

Desde que bajé del coche en la Granja supe que me iba a gustar, que completaba mi oferta perfectamente; además, y aunque suene cursi, es un sitio  que me da paz. No sé si serán los naranjos, las vistas a la Sierra de la Calderona u otra cosa, pero siempre que voy tengo esa misma sensación.

Lo primero que me llamó la atención fue la fachada de la casa, con los ventanales reforzados con ladrillo cara vista, y los  cipreses tan cuidados. El jardín central da acceso a los dos edificios: la bodega es un salón con una enorme cristalera y paredes de piedra. Está decorada con aperos de labranza y destaca por su estructura de vigas antiguas de madera; pensé que era el sitio perfecto para servirse la comida o la cena. El otro edificio que conecta con el jardín interior es la biblioteca, su nombre viene de la enorme colección de libros antiguos que se conservan en este salón. Me gustó para el baile, para el aperitivo en caso de mal tiempo o para eventos más pequeños.

La Granja de San Isidro está situada en San Isidro de Benagéber (Moncada). Es un espacio acogedor y muy romántico para bodas u otras celebraciones, pero dejo ya de hablar para que veáis algún documento gráfico de la boda del sábado pasado.

Gracias Alba y Eduardo por dejarme colar en vuestra boda y al Taller de Clo  por el buen trabajo que hicisteis.

Nota: todas las fotos pertenecen a eventos realizados por Catering Cinco